Abstract:
Han transcurrido casi dos décadas desde que la violencia contra las mujeres constituyera
uno de los temas más relevantes de la agenda internacional de los Derechos Humanos
y de los esfuerzos multilaterales, regionales y nacionales realizados para su tratamiento
y resolución. Sin embargo, las mujeres siguen siendo objeto de violencia en el mundo,
lo cual le otorga al problema un carácter sistémico y estructural. La Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) entiende que la violencia, en
todos sus tipos y modalidades, es la manifestación más extrema de la discriminación
contra las mujeres y tiene su origen en las relaciones desiguales de poder entre hombres
y mujeres (CEPAL, 2007). La cultura de la desigualdad ampara la violencia y tiene sus
raíces en los diferenciales en las oportunidades de vida, en el acceso inequitativo a los
recursos y servicios de la justicia, en la distribución asimétrica del poder y del uso del
tiempo entre varones y mujeres y en la discriminación laboral y salarial.